Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!
Después de un tiempo de preparación durante la Cuaresma, vivimos los días santos de la Pascua celebrando la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Domingo de Ramos
Como es costumbre, iniciamos la Semana Santa con la misa de Domingo de Ramos. La procesión partió desde la Gruta en el patio del Primer Ciclo y se dirigió hasta nuestra Cancha de Hockey, donde se acondicionó el espacio para celebrar la Eucaristía que nos introdujo en la Semana Santa.
Jueves Santo
Por la mañana tuvimos un momento de oración y convivencia en las aulas, recordando la institución de la Eucaristía. En la tarde, con nuestro equipo de colaboradores —docentes, administrativos y auxiliares— compartimos un tiempo de oración y reflexión.
En la noche celebramos la Cena del Señor, centrando nuestra mirada en la Eucaristía, presencia real de Cristo que se entrega por nosotros y permanece en medio de su Iglesia. Se nos invitó a ser auténticos discípulos cumpliendo el mandamiento del amor. Finalmente, acompañamos en oración a Jesús, recordando su plegaria en el huerto.
Viernes Santo
En silencio y recogimiento contemplamos la Cruz, signo del inmenso amor de Dios que se entrega por nuestra salvación. Por la tarde rezamos el Vía Crucis por los patios del colegio y concluimos con la Liturgia de la Pasión y la adoración de la Santa Cruz.
Sábado Santo
Expectantes de la resurrección del Señor y aguardando el cumplimiento de sus promesas, esperamos hasta la noche. Ya en el Patio Central, se bendijo el fuego nuevo y se dio comienzo la Solemne Vigilia Pascual. Cristo Resucitado, Luz de las naciones, iluminó nuestro caminar. Con esta “Vigilia madre de todas las vigilias”, como nos recuerda San Agustín, iniciamos el tiempo pascual, exultando de gozo por las maravillas que el Señor ha obrado, cantando el cántico nuevo del Aleluya y renovando nuestra fe y las promesas bautismales.
Domingo de Pascua
Como familia agustiniana, celebramos con alegría la Eucaristía de la Resurrección del Señor. Así inauguramos un nuevo tiempo litúrgico, que nos renueva y nos recuerda que nuestro mayor enemigo —el pecado y la muerte— ha sido vencido. Ahora, como hijos de la Resurrección, estamos llamados a testimoniar esta victoria.
No podemos concluir sin mencionar la “Pascua” particular que vivió nuestro Santo Padre, el Papa Francisco. El Romano Pontífice falleció el lunes 21 de la Octava de Pascua. El Papa ha regresado a la casa del Padre; unámonos en oración por su eterno descanso y el perdón de sus faltas, y mantengamos vivo el testimonio y el legado que nos dejó.
Amén. Aleluya.
Cor Unum in Deum
